Las bases con las cuales el Reino Unido argumenta la
ocupación de las Islas Malvinas pueden ser objetadas simplemente con analizar
las formas en que actuó respecto a otras colonias repartidas por el mundo, como
es el caso de la Isla Diego García en el Océano índico.
La teoría realista
de las relaciones internacionales dicta entre otras cosas la permanente
búsqueda de poder relativo de los
estados con el fin de perpetuar su existencia y cumplir con sus demás objetivos
nacionales. Esto lleva en muchos casos al surgimiento de contradicciones
discursivas y practicas, cayendo consecuentemente en la hipocresía (herramienta
“no invalida” en la política internacional y practica milenaria). El doble
discurso o doble estándar es un arma de doble filo al permitir a un estado
poder tomar justamente dos posiciones contradictorias habilitando formas
paralelas de operar. Pero el problema radica en cuanto esta información obtiene
repercusión mediática o simplemente cae en el escritorio equivocado. La opinión
pública suele ser el verdugo del doble estándar.
En los siguientes
párrafos intentare difundir uno de estos casos de hipocresía aplicada a las
relaciones internacionales, caído (intencionalmente) en el olvido. Nuestro
actor principal, el Reino Unido de Bretaña e Irlanda del Norte.
La semana pasada se
llevó a cabo una nueva conferencia del grupo de los 24, también conocido como
el Comité de Descolonización en las Naciones Unidas. Allí una importante delegación
argentina renovó los legítimos reclamos nacionales sobre las Islas Malvinas
frente a otra delegación compuesta por lobistas de los intereses ingleses. La
cuestión de la soberanía sobre el archipiélago y las islas aledañas en el
Atlántico Sur han copado en los últimos meses las tapas de los principales
medios de Buenos Aires y Londres.
Como sabemos,
mientras la Argentina reivindica sus derechos basándose en la expulsión por la
fuerza de los pobladores argentinos en 1833, su cercanía geográfica y los títulos
heredados del Imperio Español los ingleses se escudan detrás del argumento de
la autodeterminación de los pueblos o intereses de los isleños (a los cuales
consideran nativos, contradiciendo definiciones de la ONU). ¿Pero con cuanta
convicción sostiene Londres el ideal de la autodeterminación de los pueblos?
¿Hasta que punto no es una simple excusa para mantener sus intereses
geopolíticos y económicos en la región?
Les presento al
atolón[1]
Diego García, ubicado en el Océano índico y parte de los territorios británicos
del mismo (BIOT por sus siglas en inglés). Diego García es la principal masa de
tierra del Archipiélago de Chagos (Que incluye entre otras a las Islas
Salomón).
Originalmente
colonizada por los franceses hacia fines del siglo XVIII fue transferida a
causa de los Tratados de Paris de 1814 a la corona británica. Desde entonces y
hasta 1965 permaneció como colonia británica administrada desde Mauricio
(también obtenida por los tratados antes mencionados). A mediados de los ’60 el
Reino Unido adquirió por 3 millones de libras el Archipiélago de Chagos de
Mauricio para crear el BIOT.[2]
Inmediatamente
después comenzaron las negociaciones entre el Reino Unido y EE.UU para la
instalación de una base naval[3] de
los últimos en las islas en cuestión. El 30 de diciembre de 1966 se oficializó
el préstamo de la isla Diego García para el establecimiento de dicha base a
cambio de la condonación de una deuda que poseía el Reino Unido a favor del
país norteamericano por un lapso no menor a los 50 años.
Los documentos
intercambiados por las partes hablaban de una masa de tierra inhabitada. Cabe
aclarar que para 1966 la isla Diego García contaba con una población de casi
1000 habitantes cuyos ancestros arribaron al lugar a fines del siglo XVIII (a
los que se le suman contratistas de Mauricio y Seychelles) y que se dedicaban a
trabajar en las diversas plantaciones de la isla. Contaban con escuelas,
hospitales e iglesias. Era menester que el Reino Unido se deshaga de sus
súbditos antes de entregar la isla a los norteamericanos.
Entre 1965 y 1973
más de 400 familias debieron, voluntaria o involuntariamente, emigrar hacia
Mauricio. En muchos casos fue necesario el uso de la fuerza (involucrados relatan que se “gasearon” las
mascotas de los residentes antes de estos ser deportados de la isla). Se les
prometió una compensación monetaria de 650.000 libras esterlinas (algo menos
que 3.000 por cabeza) y trabajo en su lugar de destino, algo que no se cumplió
o tardó años en suceder (persisten hasta el día de hoy cuestiones legales).
También les fue prohibido el retorno a su tierra natal. Gran parte de esta
población termino viviendo en barrios precarios y sin empleo.
Para abril de 1973
ya no quedaban “changocianos” (nombre
por el cual se los conoce) en la isla Diego García. Este claro atentado a los
DD.HH y violatorio de diversas normas internacionales es negado por el Reino
Unido que sostiene que todos los “evacuados” de la BIOT eran contratistas.
¿Cuál es la
diferencia entre la población de las Islas Malvinas y los ex habitantes de
Diego García para aplicar el concepto de autodeterminación? ¿Por qué los kelpers deben tener a toda costa
injerencia en su futuro y los changosianos
no, si ambos pertenecen a un supuesto Territorio de Ultramar? La única
coincidencia no se da entre los kelpers
y los changosianos, sino entre los
pobladores argentinos previos a 1833 en las Malvinas y los segundos: ambos
fueron deportados por la corona británica.
El gobierno del
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte aplica de esta forma un nuevo
doble estándar, invalidando las bases de su discurso con el cual justifica la
ocupación de las Islas Malvinas.
[1] Isla coralina oceánica,
por lo general con forma de anillo más o menos circular, o también se entiende
como el conjunto de varias islas pequeñas que forman parte de un arrecife de
coral, con una laguna interior que comunica con el mar.